"Por favor, señor Sueco; bajese usted del cielo..."
- Don Anselmo Alvarez, Padre Abad del monasterio en el Valle de los Caídos.
En Septiembre de 1975 el General Franco firmó las sentencias de muerte de cinco jóvenes activistas políticos. Así que cuando con 8 años asistí a la primera manifestación de mí vida sabía muy bien el por qué.
Por television nuestro primer ministro Olof Palme llamó a Franco y a sus colaboradores "Asesinos del Diablo". Decía que caerían en la más profunda vergüenza y humillación, y pronosticó un juicio histórico muy duro.
Dos meses más tarde murió el dictador.
En la casa de los padres de Mª Carmen España – que tenía nueve años - abrieron una botella de champán guardada desde hacía mucho tiempo.
Mª Carmen al final del silencio es una película sobre lo que pasa cuando un país intenta callar su historia.
Febrero de 2006. Estamos ante un vertedero de escombros en el cementerio de la Puebla de Cazalla, y Mª Carmen está furiosa. Hace medio año que ella supo lo que le pasó a su abuelo paterno hace setenta años. Ahora ella va a recuperar su historia.
En este road-movie documental viajamos por toda España y conocimos a:
-Un alcalde conservador con dificultades para explicar qué se debe olvidar, y qué se debe recordar de la historia. Y a otro alcalde, socialista, que admira a Olof Palme y que quiere levantar un monumento sobre los fusilados, pero que se niega ni tan siquiera a hablar con Mª Carmen y los familiares afectados sobre una exhumación.
-Un catedrático de medicina forense que dedica sus vacaciones a ayudar a familiares de desaparecidos.
-Un dictador muerto que descansa en un monumental santuario negro de culto fascista, financiado y gestionado por el estado español.
-Católicos que veneran a su Dios al lado de la tumba del dictador.
-El tuerto Felipe de 74 años que se ahoga en sus propias lágrimas cuando intenta hablar de su padre.
-El hijo de un carpintero liberal asesinado, que piensa que la iglesia y la derecha deberían pedir perdón.
Hasta el momento falta juicio histórico.
En Mª Carmen al final del silencio seguimos a los que están cambiando eso.
Comentario del director:
En un mundo que persigue la decencia y los derechos humanos, en el cual dictadores pueden ser llevados ante los tribunales y donde las atrocidades cometidas por ellos pueden ser condenadas y donde sus víctimas pueden reclamar justicia, el ejemplo español es de interés universal.
Desde el año de la memoria histórica estoy viajando por toda España con mi viejo amigo Carl-Pontus Hjorthén. Él vive desde hace 8 años en Granada sin poder aceptar que la ciudad está llena de monumentos fascistas, mientras miles y miles de ciudadanos inocentes y demócratas yacen asesinados sin monumentos ni sepulturas a lo largo de los caminos y entre los olivares al rededor de la ciudad.
Nosotros los suecos amamos a España. 40.000 suecos viven en España y otros 1.200 emigran allí cada año. Es el destino turistico número uno para nosotros. ¿Quién sabe cuantos de nosotros soñamos con una casita en el sol? Y que lo que llamamos la Costa del sol en realidad podría llamarse la “Costa de la sangre”, es un secreto bien guardado. Pero algo está pasando. Con la palabra de Olof Palme sobre el juicio historico aspero, venimos explorando esto. A veces haciendo el sueco, buscamos respuestas sobre este asunto delicado.
Durante nuestras confrontaciones con políticos, tanto de derecha como de izquierda, y con la iglesia católica, finalmente también llegamos a ser cuestionados nosotros mismos.
Pontus Hjorthén y Martin Jönsson